La Leyenda del Pastor y la Xana
Cerca de una majada de
Ponga hay una cueva que estuvo habitada por un grupo de Xanas. Salían
por la noche a lavar la colada a la fuente y la tendían a los rayinos de
la luna. Y al amanecer se ponian a filar y devanar en un camperín que hay delante de la cueva.
Pasaba por alli todos los días un guapo mozo que cantaba mejor que cantan los tordos por las mañanas en el robedal.
Poco a poco, logro hacerse amigo de las xanas y mientras pacia su
rebaño iba a divertirse con ellas jugando al escondite y bailando la
giraldilla.
Y sucedió que el pastor se enamoro de la xana mas guapa y declaró su amor. La xana contestó:
Si quieres llevarme contigo ha de ser con el consentimiento de tu
madre. Después para sacarme de aquí tienes que hacer los siguiente,
cuando mis amigas y yo nos acerquemos a la cueva para entrar en ella, me
coges por el refaxu, tiras sobre mi un puñado de tierra de la iglesia y
seré tuya.
Lo hizo el pastor y la llevó consigo.
Un día
que la xana estaba restiellando, llego el pastor del monte y le dijo que
al pasar por delante de la cueva había oído decir:
¡Ah, xana hermana! te fuiste y nos dejaste solas.
Al oir esto, la xana le tiro con la rastiella y desapareció de casa para siempre.